jueves, 19 de marzo de 2009


Jorge y el primer cuento del taller de cuento

-Oiga... Señor... Pssst... señor... el de la chaqueta café...
Traté de caminar más rapido de lo normal, lo suficiente como para sugerir que llevaba prisa y no como para pensar que huia, sin embargo fue inevitable voltear la cabeza y calmar mi curiosidad para saber quien me perseguia y me llamaba con insistencia...

-Señor... venga .. se acuerda de mi?
El tipo me pregunto con confianza lo cual me tranquilizo por un momento, mi espiritu estaba motivado, agitado por la charla introductoria del Taller de Cuento del Ministerio, fue tal la inyección de entusiamo, que olvide por completo que la noche del centro de Bogotá no esta hecha para los optimistas bohemios, así la Candelaria, con sus edificios atemporales, nos trate de convencer que estamos en una ciudad encantadora y centenaria en donde el mal se disfraza del vapor que se pega en los vidrios y es así de sutil e inofensivo.

-Señor, yo lo conozco, usted tocaba en una banda de rock hace años... ¿verdad?
Su intención era pedirme dinero, lo supe cuando se acercó, eso es algo que se siente con fuerza, no necesitamos tener un agudo sexto sentido para saber que alguien se va aventurar a probar nuestra verguenza y la suya y sacarnos unos pesos del bolsillo, para ese entonces ya estaba entrando a la Plaza de Bolivar, frente al Capitolio, un espacio muy conveniente y ejemplar para alguien que pretende sacarnos unos pesos.
-Si asi es, yo tocaba hace unos años con una banda de Rock- le respondí con cierto tono de prevención, el hombre vestido de mezclilla y con las mejillas brillantes, cubiertas por una barba a medio afeitar, se puso a mi lado y con confianza caminó y charló como quien encuentra a un amigo que desaparecio años atras.

-Yo vivia en su barrio y era amigo de Luis Guillermo. Que Dios lo bendiga, crei que no me iba a hablar.

La verdad habria sido imposible ignorarlo, si venía siguiendome con insistencia. El tipo continuó con su charla sin que nadie se lo pidiera.

- Me tuve que ir del barrio, la verdad estuve en la carcel y salí hace poco.
- Que paso? - pregunte.
- Intento de homicidio- respondio con desgano, como si le hubiera preguntado por la salud de su madre.

Una respuesta asi tiene una reacción, más aún si caminas a las 9.30 de la noche por la calle 10 con cr 8 en Bogotá; una pequeña mujer que habia adaptado un coche de bebe como carro-negocio-venta- de dulces se cruzo de repente en un espacio mucho más luminoso que el resto de la calle. Mi reacción fue fumar.

-¿Quiere un cigarro?- le pregunte al tipo que dudoso prefirió decirme que no, luego se arrepintió y dijo que estaba bien pero mejor lo llevaba para fumarlo en su casa.
- Como es que se llama usted - le pregunte mientras llevaba la llama a la punta del kool azul
- Jorge Ruiz.
- Ah, creo que empiezo a recordar quien es usted. (mentí)

Un cigarrillo puede ser un herramienta efectiva para desarmar las oscuras intenciones de un posible atacante, o por lo menos eso me han enseñado torpes y desconocidas heroinas que he visto en varias peliculas de domingos y festivos; la mujer, la niña, la adolescente, usa el cigarrillo como un arma letal sobre su victimario, lo que le da el tiempo suficiente para correr o para ser abofeteada.

- La vida es una mierda, yo pague cana por que vi a mi mujer haciendo el amor con otro man y no me aguante y casi lo mato.

¿Haciendo el amor? que termino tan inoportuno para una situación explicita que desencadenaría en un baño de sangre ( o de semen al menos) y por Dios, ¿en donde quedaron esas leyes que protegian de cierta forma a los machistas y les daban su legitimo derecho al uso de la "ira e intenso dolor"?

-No es necesario que me cuente, no lo juzgo, conozco la carcel (menti... mas o menos)

Jorge trató de acercarse a darme la mano, un gesto amistoso de agradecimiento, para ese momento, estaba sobre la carrera 10 viendo como un habitante de la calle (quien puede "habitar" la calle, que expresión tan hipocritamente ligth), revolvia la basura, pense que si tal vez lo ayudaba encontraría un paquete lleno de billetes; no compartire ninguno con Jorge, lo dejare ir a su casa de inquilinato solo con los $1.200 que le dí despúes que me pidió el favor, reconociendo su situación y dandome miles de bendiciones; vi la placa de una buseta que tenía el No. 125 y detrás un taxi tenia el número 521, creo que haré el chance con esos números mañana; que oscura está esta calle, que confusa, en que demonios estoy pensando, no volvere a bajar por este sitio; me entra la paranoia, todos a mi alrededor parecen peligrosos; Jorge que aún no se va y sigue agradeciendome, un tipo con unas bolsas misteriosas que seguro estaran llenas de escopolamina, el profesor del taller que nos ha tomado fotos, ¿sera facho?, ¿buscaran en los talleres las expresiones literarias en contra del gobierno? es demasiado tarde ya tiene mis datos; el indigente no encuentra los billetes y se me acaba el cigarrillo y no tendre que ponerle en su retina para que suelte el paquete... los carros pitan, pasan muy cerca; la construcción de transmilenio por la decima desordeno aún más esta zona perdida, creo que voy a empujar a Jorge a las vías y hacer como si nada de esto hubiera pasado....

Logré despedirme de Jorge, él cerró su puño para que lo golpeara con el mio, como dos miembros de una pandilla, crucé la calle, no sin antes decirle que todo iba a salir bien que encontraría un empleo decente y no tendría que seguir haciendo manillas; corrí al otro lado de la avenida y me acerque al único personaje que significaba autoridad: un operario de transito empleado por las obras del transmilenio, sus escudos de la alcaldia de Bogotá me hicieron sentir confianza. El cigarrillo se me acaba, la buseta llega.. estoy a salvo, ya no habitare la calle.

Hay un puesto al lado de la ventana y el radio no emite vallenatos; la virgen ataviada de miles de sábanas abraza al niño que sostiene una especie de incensario, ella tiene una clase de escapulario gigante; sería mucho mas pedagógico que soltara el aparatejo ese y ella lo amamantara, que el bebe Jesus arrojara su corona al piso, se pegara a la teta de su madre y se durmiera entre sus brazos, tal como espero hacerlo yo cuando llegue a mi casa a ver las tetas de mi esposa y a dormirme entre sus brazos, olvidando a Jorge y a su intento de homicidio... sigue intentando, sigue intentando... escucho las voces en mi cabeza, como los esquizofrenicos antes de cerrar los ojos.




3 comentarios:

  1. Saludos.

    Ojo con las tildes, en especial las de tiempo pasado.

    Buena fortuna.

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  2. Tal parece que fue escrito con el miedo propio de quien baja de la Candelaria al centro a las 9 de la noche y se le han robado las comas y algunas letras, es decir como si no se tuviera tiempo para revisar lo publicado.
    Las ideas expresadas me gustan y demuestran un fuerte temperamento a la hora de opinar además de un hondo sentido practico de la vida.
    Los que te conocemos no queremos imaginar esa llegada a casa....
    Un Abrazo Cyberalejo31

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  3. Aún tengo tus fotos...

    CJ. (Director del taller)

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